Al practicar el ejercicio del consumo no existe una reflexión acerca de lo que haremos en el futuro con aquellos productos que dejan de servirnos para algo y con el tiempo se vuelven en basura, inservibles e inútiles dispositivos que sirven para ocupar un lugar en nuestros escritorios, habitaciones o espacios donde podamos ubicarlos para que no interrumpan a nadie en particular. Ahora son notebooks, audífonos, teléfonos, parlantes, pantallas, cables y el dispositivo electrónico que en algún momento se hace inutil y se convierte en sujeto de ir al basurero convirtiéndose en residuo electrónico, algunos dicen que es por la obsolescencia programada. Eso significa que de fábrica están hechos para durar un tiempo preestablecido.
Si reciclamos que nos llevaría a consumir de vuelta la misma marca o aquello que ha dejado de servir y es reemplazado por algo más barato y que pueda servir para lo mismo o más de lo que hacíamos con la actual basura.
En el mundo, cada año se descartan alrededor de 50 millones de toneladas de desechos electrónicos. Y sólo son reciclados el 5% del total. Dejando que el resto 95 % habite espacios públicos, contaminando y destruyendo nuestro medio ambiente y haciendo del mismo un basurero intermitente de lo que compramos para no darle un uso productivo que muchas veces no porque ya no sirvan bien sino porque no lucen cómo nos gusta lo desechamos y vamos tras otro teléfono, notebook y auriculares que pueden continuar sirviendonos si son bien utilizados para lo que han sido diseñados y producidos.
Mucha basura
Estos residuos están compuestos, en general, de plásticos y metales, como aluminio. Los plásticos contaminan nuestros océanos, matan la vida silvestre y se infiltran en nuestra cadena alimentaria que nos convierte en vertederos ambulantes hasta de nuestros desechos porque nos alimentamos de ellos en un planeta que tiene de sobra comida orgánica sana y que prefiere consumir “comida” procesada, dañándose voluntariamente y a largo plazo por los peligros que trae el comer con frecuencia la oferta procesada.
En realidad nunca sabemos lo que pueden traer empaquetados en el mismo plástico de esa basura electrónica. En vez de buscarle un nuevo uso o reciclarlo, los tiramos. Y pasa habitualmente con todas las cosas que tenemos en casa que con el tiempo se vuelven obsoletas y terminan siendo basura. Donde ni la famosa obsolescencia programada como la fiebre del último modelo no ayuda porque nos lleva de vuelta a visitar la tienda o navegar a sitios de venta para hacer uso de nuestros fondos que son más útiles en el ahorro o haciéndolos funcionar bien hasta que ya no puedan responder por cuestiones que se vuelvan imposibles para nosotros solucionar. La composición de los artefactos alcanza el 72% de materiales reciclables, 25% de materiales reutilizables y 3% de residuos peligrosos.
Es un llamado de atención al momento de pensar desechar o considerar una basura la herramienta que costó aquel monto que debe ser bien evaluado el para qué y porqué será usado y si nos conviene realmente tener una cosa que puede ser basura o no dependiendo de si su función nos será útil o no para nuestros fines.
Esta basura puede tener efectos adversos para la salud, que van desde problemas en el parto, alteraciones en el desarrollo neurológico, problemas de aprendizaje, daños en el ADN, problemas cardiovasculares, respiratorios, enfermedades de la piel, entre otros, y contaminación del suelo, el agua y aire. Debemos aprender a reciclar y no llenarnos de basura dañina.