Los argumentos que tienen muchos de los países que reciben a inmigrantes -como el caso de Estados Unidos- es que los gobiernos de donde son originarios no han hecho la tarea para que estos se quisieran quedar.
Si uno conoce el tránsito que debe hacer un migrante de América Latina hasta llegar a la frontera de Estados Unidos, y de allí intentar cruzar el muro que se estableció en gran parte de esa frontera común con México, uno diría qué tantas motivaciones debe tener aquel que decidió votar con las piernas y alejarse de gobiernos que no han estado a la altura de las circunstancias.
Gobiernos dominados por la corrupción que han sumido en la pobreza a grandes sectores sociales en nuestra América Latina no han tenido más que compasión para con ellos y muchos de los habitantes hartos de promesas han decidido surcarse en los caminos, buscando nuevas oportunidades.
En Miami, en la localidad de Doral, hay una cantidad de venezolanos que han venido los últimos años huyendo del gobierno de Chávez y de Maduro; es uno de los tantos casos, anteriormente vinieron los cubanos huyendo de Castro y hoy ocupan el Little Havana en Miami, pero concretamente, hay que hacer mejor las cosas para que la gente quiera quedarse en sus países de origen y desde allí -con inteligencia y capacidad de trabajo- forjarse oportunidades y hacer crecer su país de origen.