Lo más peligroso en este tiempo del Coronavirus es que el Gobierno Paraguayo ha perdido toda autoridad, todo control en torno a este tema; lo que vuelve mucho más frágil la relación entre las personas y la diseminación del virus.
Ya nadie le cree al Gobierno, ya nadie sigue sus indicaciones, ya nadie entiende de que existe una búsqueda del bien común en cada una de sus recomendaciones o en sus decretos. Por eso estos salen sin importar demasiado que se cumplan o no en la vida práctica. Cuando un Gobierno pierde autoridad, no hay otra alternativa que dar paso a otro que la recupere. No hay nada tan peligroso en una República como ser gobernado por aquellos que no tienen lo que los romanos llamaban Potestas, la capacidad de imponer una acción que beneficie a todos a pesar de que podría perjudicar a unos pocos.
En materia sanitaria, con hospitales colapsados, con incapacidad para comprar medicamentos de un uso ordinario en terapia intensiva y ya ni hablar de las cuestiones de las vacunas, el Gobierno de Abdo ha perdido el control y la autoridad sobre la República. En condiciones como estas, lo mejor que le puede pasar al Gobierno, al país, a nosotros en particular, es que el Gobierno se marche.