Cada incendio desatado en Asunción y conurbano despierta los viejos fantasmas del Ycuá Bolaños, la tragedia que se cobró casi 400 almas y dejó a muchas más con las secuelas físicas y psíquicas imborrables. Municipalistas, políticos, peritos y bomberos juraron que un holocausto como aquel no volvería a repetirse y que trabajarían por la reforma de las ordenanzas sobre incendios y actualización de mecanismos de evacuación para minimizar potenciales víctimas.
Por algún tiempo, aquel compromiso fue evidente, tal fue el impacto que produjo la tragedia en la ciudadanía. Por algún tiempo… Si hoy preguntamos en un supermercado donde están las salidas de emergencia, cual es la ruta de evacuación y si funcionan los detectores de humo y de calor, es seguro que nos encontraremos con rostros perplejos y nerviosas consultas con el supervisor. El solemne compromiso asumido después de Ycuá Bolaños incluyó a todos los gremios y cámaras de establecimientos que involucren afluencia masiva de personas. Se incluía además en las actas firmadas la obligación de entrenar al personal de planta en procedimientos de evacuación, con regulares jornadas de actualización.
Los bomberos tienen en este panorama un papel gravitante, insustituible. Y no sólo combatiendo las llamas sino exigiendo una permanente supervisión de normas de prevención. ¿Sabía el personal de combate que acudió a sofocar el último incendio en el Mercado 4 qué había en el depósito siniestrado? Ni bien declarada la emergencia, el propietario o usufructuario del local tiene que haberse hecho presente con un manifiesto detallado sobre la mercancía allí depositada. De ello deriva una serie de disposiciones, como el radio de evacuación del vecindario, producto utilizado para apagar las llamas, tipo de protección que deberá usar el personal y riesgos potenciales de explosiones secundarias o reavivamiento del siniestro.
Cada incendio es, literalmente, una prueba de fuego para el sistema. Para el municipio involucrado, comprobando si han funcionado los sistemas de alarma y evacuación. Para los propietarios de comercios e industrias, probar su grado de ajuste a las ordenanzas contra incendios. Compete a los bomberos, como custodios especializados, incrementar el umbral de rigor de su supervisión.
Ellos saben, mucho mejor que el resto, cuánto se arriesga en un incendio.
