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Presidenciales tragedias aéreas

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Por Cristian Nielsen

El 7 de septiembre de 1940, el Presidente José Félix Estigarribia y su esposa Julia Miranda Cueto iniciaron un corto vuelo que los llevaría a San Bernardino, en viaje de fin de semana. Iban a bordo de un avión Potez 25 piloteado por el capitán Carmelo Peralta. La máquina estaba diseñada sólo para dos ocupantes y su uso involucraba misiones de caza, bombardeo táctico y reconocimiento. Su motor de casi 500 HP le permitía alcanzar velocidades de hasta 230 kilómetros por hora y al no portar armamento, su potencia admitía un tercer pasajero.

La máquina nunca llegaría a San Bernardino. En un paraje cercano a Altos, se precipitó a tierra falleciendo sus tres ocupantes. Hasta hoy, Estigarribia es el único Presidente de la República del Paraguay fallecido en un accidente aéreo, aunque los investigadores nunca dejaron la teoría conspirativa de un posible atentado que jamás llegó a confirmarse.

Eventos de esa magnitud se conocen a lo largo de todo el continente iberoamericano. Algunos de ellos se aproximan bastante a la tesis del magnicidio, con sus matices y sus elucubraciones. Aunque también hubo un incidente que bordeó el sainete con final feliz.

RENE BARRIENTOS

En 1966, René Barrientos Ortuño asumía la presidencia de Bolivia tras ganar las elecciones con el 67% de los votos. Hizo un gobierno inclinado hacia los campesinos agricultores y enfrentado a los poderosos sindicatos mineros. A Barrientos le tocó neutralizar la guerrilla de Ernesto “Che” Guevara, quien intentó sublevar a los campesinos contra el orden constitucional. Estos, en lugar de apoyar al brazo derecho de Fidel Castro, optaron por apoyar a Barrientos. Guevara fue capturado y fusilado en octubre de 1967.

Barrientos era apodado “el general del pueblo” y se dedicaba casi por entero a recorrer la accidentada geografía de su país, sembrado de ciudades y pueblos incrustados entre cadenas montañosas y valles rodeados de altas cumbres. Para ese cometido, el presidente utilizaba un helicóptero H-23 Hiller, de tres plazas y cuya silueta de libélula le otorgaba un aspecto de extrema fragilidad.

El 27 de abril de 1969, Barrientos abordó en Cochabamba su aeronave apodada “Holofernes”, nombre inspirado en el general más famoso del rey Nabucodonosor de Asiria. Minutos después y mientras maniobraba rumbo a su próximo destino, el helicóptero enredó sus palas en cables telefónicos precipitándose a tierra y matando al presidente, su edecán y al piloto. En medio de interminables rumores de inestabilidad y de intrigas palaciegas, la muerte de Barrientos nunca terminó de salir del cono de sombras de un presunto magnicidio.

JAIME ROLDÓS 

De ancia estirpe guayaquileña, el presidente de Ecuador Jaime Roldós Aguilera llegó al cargo en 1979 poniendo fin a más de una década de grave inestabilidad institucional. Pero apenas pudo gobernar 21 meses y algunos días, ya que el avión en el que viajaba con su esposa y algunos colaboradores se estrelló matándolos a todos.

Roldós tenía una sólida formación universitaria, habiéndose destacado además por su exitosa militancia como dirigente estudiantil. De verba fácil y cautivante, podía volcar cualquier debate, cualidad que le sirvió de mucho en su corta carrera política. Cuando murió, tenía apenas 40 años.

El domingo 24 de mayo de 1981, Roldós, su esposa Martha Bucaram y sus acompañantes abordaron el bimotor Beechcraft King Air con el que se proponían llegar a la fronteriza ciudad de Macará. Allí, Roldós debía presidir la ceremonia de condecoración de los combatientes que participaron de la denominada guerra de Paquisha, una serie de incidentes armados sostenidos con tropas peruanas a raíz de un conflicto fronterizo no resuelto. 

Camino a su destino, se interpuso en la ruta el cerro Huayrapungo, de 3.500 metros de altura y permanentemente envuelto en densa niebla. El Beechcraft impactó contra el macizo, incendiándose instantáneamente. Sólo los cadáveres de Roldós y su esposa Martha fueron hallados prácticamente intactos y reconocibles. Los demás ocupantes del avión siniestrado se habían desintegrado. Artículos escritos luego de la tragedia, incluido un corto documental, insisten en que Roldós fue asesinado por orden de la CIA en complicidad con la dictadura militar argentina. Nada de eso, sin embargo, pudo probarse.

 FLOR DE SUSTO 

Otro incidente aéreo que por milagro no acabó en tragedia fue protagonizado por el presidente argentino Agustín P. Justo en 1933, durante la que se conoce como “la década infame” que arrancó con el derrocamiento de Bernardo de Yrigoyen en 1930, caracterizándose por la corrupción y la vigencia de gobiernos de facto.

Decidido a participar de un acto celebratorio en Tucumán, el presidente Justo abordó en Córdoba un avión Junker que la empresa alemana que lo fabricaba le había ofrecido para el viaje. Lo piloteaba un experimentado piloto de nacionalidad alemana. Justo se había ubicado en el asiento trasero tras colocarse el paracaídas y amarrarse al cinturón de seguridad. 

El viaje fue cualquier cosa menos sereno. El biplano se sacudió todo el trayecto, dando bandazos y cabeceando como un caballo desbocado. Pero finalmente y no sin sufrimiento, el avión aterrizaba poco después del mediodía en San Miguel de Tucumán.

Tras librarse de su arnés, el piloto del Junker giró la cabeza para preguntar a su presidencial pasajero cómo estaba después de semejante baile… pero se encontró con el asiento vacío. Justo no estaba. ¿Qué había sucedido?

Concentrando el 100% de sus capacidades para controlar el avión en medio de las turbulencias, el piloto no advirtió que uno de aquellos corcovos había eyectado de su asiento al presidente, tras romper el amarre del cinturón. Justo cayó al vacío y el paracaídas pudo abrirse con lo cual llegó a tierra sano y salvo. Como el vuelo había seguido el trayecto del ferrocarril, el presidente fue rescatado por un mercancías que pasaba por el lugar del forzoso aterrizaje.

Y así, el 23° presidente argentino se salvó de engrosar la lista de mandatarios iberoamericanos muertos en accidentes aéreos, y de contribuir a enriquecer el abultado expediente de teorías conspirativas.

Tragedia de Jaime Roldós.
Tragedia de Jaime Roldós.
Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.