La nueva promesa hecha de un tren de cercanías se suma a tantas otras que habíamos escuchado con anterioridad. Lo que no vemos es, en realidad, una propuesta concreta y seria que nos permita visualizar un transporte de personas y de mercaderías a distancias importantes con un costo mucho menor al que estemos pagando ahora con un combustible fósil que cada vez se incrementa más y que, lógico, nos debería hacer pensar en utilizar masivamente la energía eléctrica que tenemos en abundancia.
El transporte público, que tendría que enfatizar en eso, no tendría ningún tipo de impacto negativo en el bolsillo del contribuyente cada vez que se incrementan los precios del petróleo, si tuviéramos una idea y una verdadera voluntad de transformar nuestro sistema de transporte en algo que sea digno de la modernidad y de la abundancia de los recursos que tenemos en el país en materia de hidroenergía.
De momento, lo que observamos es, simplemente, lamentarnos ante el incremento de los costos de los precios del combustible y su directo impacto en el tema de la transformación en recursos económicos cada vez más menguados de la población.