La palabra problema forma parte de nuestra condición cómo seres humanos, si no existe uno lo creamos para dar sentido y justificación a nuestro trabajo y presencia en el mundo. La pandemia descubrió muchos en los países y su relación recíproca.
Al estar juntos en un espacio cómo es el planeta tierra exige que nos informemos y conozcamos el porqué y para que se dan los problemas. Lo que es información ahora está vinculado con dos islas, una en América y la otra en Asia. Por un lado está la isla de Haití donde «la pandilla haitiana 400 Mawozo», un grupo criminal, secuestró a un grupo de 16 misioneros estadounidenses y un canadiense, exigió 17 millones de dólares, o un millón por cada uno, para liberarlos según informó un funcionario haitiano.
Por otro lado en Asia está Korea del Norte donde continúan los experimentos en el uso de misiles en estos “tiempos de paz” donde continúan no solo sonando ruidos y viéndose el cielo decorado no por nubes y arcoíris sino por un dispositivo mortal y peligroso para el ser humano.
Corea del Norte dispara un misil desde un submarino en aguas frente a Japón lo que es un problema recurrente y peligroso.
Si bien el segundo incidente no está tan aislado del mundo cómo es la condición geográfica de estos países muy habitados y por lo tanto concentran problemas de impacto global.
Responsabilidad compartida
Al escribir sobre temas del mundo me piden que no vaya tan lejos del continente pero resulta imposible más aún en estos tiempos dónde la información es un bien cada vez más compartido. La conexión del planeta a través de los monitores que empezaron a conectar gente a través del correo electrónico y ahora continúa dicha conexión a través de las redes sociales achicó el mundo e hizo emerger la necesidad de abordar estos problemas no solo como preocupación sonó como ocupación colectiva.
Desde Haití a Corea del Norte todo problema es de todos finalmente en esta aldea global macluhiana que vivimos.