¿Qué tenía que hacer el Presidente de la República en la zona en que fueron abatidas dos mujeres presuntamente vinculadas a la banda criminal que opera en el norte? Lo que sugiere la copiosa galería de fotos proveniente del sitio es un cúmulo de violaciones de normas de seguridad, sensatez y prudencia que deberían regir la conducta del señor Abdo Benítez.
En primer lugar, el más alto magistrado de la República no se debe exponer al peligro, bajo ninguna circunstancia. El sitio en que se produjo lo que se define como “enfrentamiento armado” es una zona caliente, con historias de emboscadas en las que efectivos militares y policiales han sido abatidos a tiros, volados con explosivos y hasta secuestrados. Su lugar es la sede del Gobierno
desde donde podría haber monitoreado todo sin comprometer livianamente su integridad personal ni la intangibilidad de su cargo. ¿Tan difícil de entender es eso?
Además, fotografiarse en un escenario con dos mujeres abatidas a balazos -que se presume eran menores de edad- y sin que el hecho haya entrado aún en el complejo tramo de la investigación judicial, no es un mensaje positivo hacia el país. El Presidente de la República debe quedar a salvo de los tramos más sangrientos y truculentos del combate a la delincuencia y en especial de las escenas donde hay muertos, heridos, capturados, etc. Para ese trabajo duro, y a veces hasta sucio, están las fuerzas de seguridad. Se entendería que allí hubiera estado el Ministro del Interior pero no el Presidente de la República.
La fotografía que circuló con Abdo Benítez como protagonista principal revela no solo imprudencia sino también necedad. Hasta el asesor más incompetente habría desaconsejado al Presidente viajar al lugar del conflicto porque su presencia allí era irrelevante y estúpidamente peligrosa.
Cuando Churchill anunció su decisión de desembarcar en Normandía con los soldados británicos, Eisenhower se opuso diciéndole: “Los soldados tendrán mucho que hacer allí. Ud. no”. Cuestión de sentido común, algo que al parecer escasea en el Palacio de López. Los hechos del EPP están aún muy frescos y no se sabe qué derivaciones y qué costo podrían tener.
Abdo Benítez ya tiene en juego mucho capital político como para sobrecargar su mochila con una bizarra aventurilla de boyscout.