Ser presidente de un gobierno es una de las tareas humanas más exigentes y de mayor responsabilidad desde lo que se dice hasta lo que se hace. Los norteamericanos se quejaron y botaron a Trump luego de sumar más de 500 mil muertos por covid, Bolsonaro en la misma línea ya superó las 330 mil y va camino a la cuneta en los comicios del próximo año.
El 7 % de la población brasileña padece de covid, lo que representa 14 millones de personas en un país donde a su gobierno le preocupa saber más de cuestiones políticas intrascendentes que acciones en favor de la gente. Mientras algunos países se concentran en cambiar sus métodos, nuestro vecino enfoca su mirada a cambios en ministros tratando de ganar tiempo Jair Bolsonaro ha hecho la reforma de gobierno más grande en los últimos dos años en Brasil. Algunos renunciaron cómo los comandantes de las tres fuerzas militares que dejaron sus cargos con rango de ministro por estar en desacuerdo con el primer mandatario. Los muertos impactan al interior del gobierno pero no cambian las cosas afuera. El presidente brasileño parece estar preocupado más por la política que por la “gripesinha” que en su su pueblo lleva cobrando miles de víctimas.
Lo que vemos en la actualidad en varios gobierno incluido el nuestro es un teatro terrorífico de muertes y mala gestión, no tanto solo por muchos casos de corrupción conocidos sino porque nuestra justicia no hace su trabajo y seguimos siendo moderados desde afuera. Ahora por ejemplo para el castigo que tocó al ex parlamentario Ulises Quintana y actual candidato a la intendencia de la ciudad fronteriza con el Brasil Ciudad del Este, ahí donde ya hay 15.105 casos de personas afectadas por covid y 540 muertos.
Nuestra Constitución insiste y subraya la importancia del gobernar afirmando que el resguardo de la vida es lo fundamental de cualquier mandatario cuando afirma textualmente: “ el derecho a la vida es inherente a la persona humana. Se garantiza su protección, en general, desde la concepción” No hay nada más claro que esto sobre la responsabilidad de un gobierno sea cual sean las circunstancias.
En esta única y triste experiencia donde no solo es una oportunidad cómo gobernantes, partido político, académicos y profesionales en salud y ciencia destacar su responsabilidad y compromiso en lo que pueda aportar para la lucha contra el maldito virus. Eso es lo que se espera de un primer mandatario y no la majadería de perder tiempo en cosas banales e intrascendentes.