El lago Ypacaraí está intoxicado por exceso de fósforo y nitrógeno. Esta expresión pertenece al jefe de la Comisión Nacional de Gestión y Manejo del Lago Ypacaraí. El título es muy impresionante y aún más lo son sus objetivos que, al menos en teoría, apuntan a recuperar para el espejo de agua su carácter de “lago azul”, una convención poética ya que el agua no tiene color y se limita a reflejar el color de un cielo despejado si no hay de por medio factores que lo impidan.
Y en el lago, esos factores son demasiados. Hay razones de peso: mientras no se solucionen los problemas de alcantarillado sanitario de las ciudades y pueblos que lo rodean, las algas verdes van a seguir “decorando” el agua con sus escenas de medio ambiente librado a su suerte.
Esta condición no va a variar por mucho tiempo. La cuenca hidrográfica del lago abarca algo más de 1.000 kilómetros cuadrados, de los cuales 150 están ocupados por áreas urbanas comprendidas por los 20 municipios que de manera directa o indirecta descargan sus aguas sucias en el lago. Las fuentes de contaminación se dividen en varias categorías, dos de las cuales son las aguas cloacales y los efluentes industriales. A excepción de San Lorenzo, que cuenta con una planta de tratamiento de efluentes cloacales, el resto de los municipios no trata de forma alguna sus aguas negras que tienen dos destinos: las napas freáticas superficiales y el lago Ypacaraí, que tiene garantizado un aporte de contaminantes por muchos años, a razón de 3,5 toneladas diarias de nitrógeno, 4,8 de fósforo y otras 40 toneladas de material sólido no definido.
Lo irónico de todo esto es que el fósforo (P) y el nitrógeno (N) son dos de los nutrientes más esenciales para la vida. Los europeos, campeones del reciclado de aguas negras, desarrollaron varios sistemas para recuperar esos elementos. Una planta de tratamiento de Aarhus, Dinamarca, extrae el fósforo eliminando los metales pesados y las sustancias perjudiciales para el medio ambiente. El proceso entrega un material granulado rico en fósforo, nitrógeno y magnesio, un fertilizante de alto valor en el mercado. Para tener una idea, un abono nitrogenado puede costar aquí Gs. 8,2 millones la tonelada.
Mientras tanto, nosotros volvemos a convertir en basura la propia basura sanitaria con impacto directo en el medio ambiente.
Incorregibles.