La ansiedad es la proyección en un futuro de un problema, con el que suponemos que nos vamos encontrar y a la vez es la sensación de impotencia de que cuando nos encontremos con ese problema, no vamos a tener recursos ni fortalezas para hacerle frente. Empezamos a sufrir ahora por algo que ni siquiera sabemos con certeza que ocurrirá mañana.
La ansiedad mantenida en el tiempo de una manera crónica, puede llevar fácilmente a la
depresión.
¿Dónde buscamos solución?
Tenemos que buscar más allá de la mente. La mente es un instrumento excepcionalmente complejo, de una dimensión impresionante, pero más allá de ella está la consciencia… Darse cuenta, descubrir, explorar, comprender que realmente a veces los no puedo no son tan reales.
Hay que distinguir muy bien qué es dolor y qué es sufrimiento, porque si no hacemos esta distinción en el lenguaje, podemos caer en una gran confusión. Dolor (físico, sicológico, emocional), es algo consustancial con nuestra naturaleza humana. Una pérdida de un objeto, de un ser querido, una enfermedad… es normal que genere en nosotros dolor, porque somos seres humanos, no somos invulnerables… En cambio, el sufrimiento es la historia que yo me cuento a mí mismo y que llega a atraparme para explicar ese dolor.
Ejemplo: alguien me hizo daño en el pasado. Obvio que dolió, es natural. Pero si yo justifico que no he sido feliz en mi vida sólo por culpa de eso, por aquél daño que me hicieron, ese sufrimiento lo he generado yo, dando vueltas una y otra vez a esa historia, que de alguna manera “explica” aquello.
El dolor es normal, es parte de la vida; pero el sufrimiento no es necesario, de hecho, es una elección. Y siempre podemos elegir lo que nos sirva, lo que nos aporte, lo que nos haga evolucionar.