Mejor preguntar si es lícito hacer política sin ideas
Hasta el más ganso de los candidatos en carrera hacia las elecciones municipales suele recurrir al remanido argumento de que “no se puede hacer política sin plata”. Si aceptamos como válido tal prerrequisito debemos prepararnos para lo que venga a continuación, si es que el candidato es ungido intendente o concejal municipal. Y lo que suele venir, en no pocos casos, es que el electo quede supeditado a las órdenes de los “mecenas” que han bancado la campaña y que exigen contraprestación en servicios.
Esto es relación causa-consecuencia pura y dura.
Se dirá que para zanjar esta dificultad se ha creado una instancia que reparte los recursos del financiamiento político previsto por la ley. Este capítulo ha desembocado, como siempre ocurre en la administración pública paraguaya, en un bosque de organismos, entidades, comisiones y grupos de tareas. En el Tribunal Superior de Justicia Electoral (TSJE) existe la Comisión Asesora del Programa de Financiamiento Político (CAFP), la Unidad Técnica de Financiamiento Político (UTFP), la oficina de datos sobre el Financiamiento Político (ONAFIP), el Sistema Nacional de Financiamiento Político (SINAFIP) que manejan, entre todos, un océano de resoluciones, memorándums, circulares, comunicados, guías y manuales mediante los cuales se distribuyen aportes, subisdios, contribuciones, donaciones y otras formas de transferir plata pública a los bolsillos de los políticos bajo la forma de “financimaiento político”.
Suponiendo que este sistema cubra las necesidades operativas de los políticos en campaña, la pregunta que sigue es: ¿Hay alguna oficina, con su correspondiente sigla, en donde se repartan ideas? Porque a los candidatos no se les cae una ni por descuido. Todo lo que se puede observar son nombres y frases sueltas, el típico pasacalle con la leyenda “Mongo y Lirondo para concejales” con el lema “por una nueva ciudad…”. Nunca se sabrá si la nueva ciudad consistirá en dar una mano de cal al cordón de la vereda o construir de una buena vez las cloacas que rescaten a la ciudad del mar de mierda en el que flota.
En definitiva nunca sabremos si con plata de los fondos públicos habremos pagado la entronización de auténticos servidores públicos al frente de intendencias y concejalías, o de siervos de negocios sucios, la forma más frecuente de desnaturalizar la representación popular.