Hace poco hemos sido testigos de escenas fuertes venidas de los Estados Unidos. Un país-continente que hace poco eligió cómo su nuevo presidente a Joe Biden, donde el perdedor de dicha elección, Donald Trump, no se encontró muy feliz con los resultados por lo que convocó a sus seguidores a una protesta grosera contra los números en contra.
Los hechos nos demuestran que no estamos nada lejos de la actitud de los animales cuando se encuentran un riesgo y convocan a su manada, bandada o grupo de la misma raza para protegerse. Es una clara actitud adolescente hacia lo tan promovido por ese país al mundo; democracia, cuya definición etimológica es “el poder del pueblo” sin llegar al límite de alcanzar o sostener el poder por la violencia que en el caso de EEUU acabó con vidas humanas, detenidos o heridos.
Trump termina su periodo con un circo que queda registrado en la historia democrática de ese país donde el demócrata Joe Biden es el nuevo presidente de un país con un territorio de más de 9 millones de kilómetros cuadrados y con una población de 328 millones de personas. Le tocará una tarea nada fácil viendo lo complejo que significa desarrollar proyectos sociales entre una población fragmentada y rota.
La forma en que buscará unir a un país tan dividido es el gran reto de Biden que deberá imponerse sobre el legado de Trump sostenido en formas de ejercicio de políticas primitivas. Deberá subir el listón a un país severamente herido por los acontecimientos de un congreso atacado por una turba alentada por el mismo presidente. Compleja tarea que arranca el próximo 20 de enero en la fría y perturbada Washington.