Foto: Codehupy
El sistema judicial paraguayo no da confianza a nadie, hasta el punto de que la propia encargada de la Fiscalía General del Estado, Sandra Quiñónez, tiene que llevar de la mano a un agregado de justicia de la Embajada norteamericana para que participe del proceso de Óscar González Daher, el mismo senador que era quien ponía y sacaba a los jueces y fiscales para su provecho propio y que cayó en desgracia, como dice la expresión paraguaya.
Ahora, si no llevamos a alguien que amenace con cancelar visas o presiones de otra manera, pareciera que la justicia paraguaya no se va a dar por aludida en torno a la colusión que tienen con muchos de los corruptos, especialmente cuando provienen del ámbito político.
Necesitamos con urgencia recuperar la confianza en la justicia paraguaya como una acción propia nuestra, de absoluta soberanía. De lo contrario, nos van a tener que moderar desde afuera y con eso no solamente habremos perdido la vergüenza, sino el sentido de la soberanía, del valor de nuestros propios actos.
Estamos muy cerca de todo esto. Lo que pasó en el juicio oral y público de Óscar González Daher es sólo el comienzo de lo que significa la intervención en el sistema judicial paraguayo, como se sucedió en algunos países centroamericanos en Honduras y en Guatemala, como una fórmula de solución a algo que ya no tenía ningún viso de buscar opciones de alternativas a nivel local.
Los paraguayos estamos perdiendo por goleada frente a la corrupción de la mano de una impunidad impulsada por jueces y por fiscales.