Por Santiago Iñaki Fernández Bogado
Años atrás en la facultad de ciencias políticas debatíamos sobre el objetivo y finalidad de la oposición en la política, que por definiciòn es finalmente la búsqueda del bien común.
En Radio Libre 1200 am me tocó escuchar una discusión donde se preguntaba acerca de cómo debe actuar la oposición política en democracia a lo que la mayoría de los oyentes eligió la opción de insobornable y la minoría fue por la selección de imaginación, dando poco valor a las opiniones y actitudes que puede aportar con sus pensamientos y acciones al gobierno en funciones.
Años atrás la oposición política paraguaya era lo que hoy suena; a nada.Lastimosamente el silencio de la oposición no ayuda a construir el país democrático que nos merecemos.. Hoy puedo escribir que como oposición Paraguay cuenta con 26 partidos políticos y la gran pregunta es dónde están? quienes son? o qué hacen en nombre del demos?
Según la Real Academia Española la palabra oposición es: acción y efecto de oponer u oponerse. y no necesariamente es hacer la contra sin razón ni fundamentos sólidos que sostengan una postura en discusión. Así también tener el apoyo de sus ideas de los verdaderos dueños del poder delegado: la ciudadanía que hoy día cuenta con los medios para acceder a la información y datos sin que la oposición se mueva de su silla ni que use su presencia ni su voz para hacer llegar sus ideas al ciudadano.
Los canales de comunicación se han democratizado también haciendo fácil el uso del teléfono que puede no solo hacer y recibir llamadas sino mensajes correos electrónicos y ser una televisión periódico y radio al mismo tiempo eso sin contar las cientas de utilidades que supone tener esta herramienta en el bolsillo bien usado claro y que no solo distraiga sus actividades laborales, sociales o educativas.
Tenemos los medios para hacer algo más que la oposición testimonial, onerosa e intrascendente que tenemos. La democracia paraguaya urge por una oposición creativa que le haga sentir su aliento en el cuello al gobierno por el bien de la democracia