Santiago Bertoni le deja una vara muy alta al nuevo ministro de Agricultura y Ganadería.
El último reporte de comercio exterior del Banco Central del Paraguay (BCP) correspondiente a julio 2023 revela cifras contundentes. Sobre un total de exportaciones de US$ 9.829,7 millones, el sector primario arrojó un total de US$ 2.993 millones mientras que los derivados generados por la agroindustria totalizaron US$ 2.182 millones. De estos datos duros hay que extraer dos derivados. Aunque los bienes provenientes de la transformación tuvieron una caída del –13,5% -secuela de la sequía, principalmente-, los primarios experimentaron un dramático salto de +79,5%, para superar inclusive los niveles de exportación prepandemia. Esto da una idea de la fuerza expansiva que muestran las cadenas de valor del agro y la ganadería cuando las condiciones objetivas de desempeño se alinean a favor, tanto en las exportaciones de bienes primarios como los diversos niveles de industrialización, desde aceites y expeller hasta leche en polvo y embriones.
En medio de esta curva ascendente en todos los renglones agropecuarios, dos hechos lo impactan directamente. Primero, cambio de guardia en el Gobierno nacional. Segundo, y como consecuencia diecta de lo primero, la remoción del ministro de Agricultura y Ganadería de probado desempeño positivo.
Hernando Bertoni deja una vara muy alta a su sucesor. En lo interno, su accionar estuvo enfocado en impulsar la modernización del sector, desechando polémicas estériles para ir suministrando al campo instrumentos de avance que permitan mejorar la productividad de rubros de gran demanda mundial. La adopción de organismos genéticamente modificados (OGM) en rubros como la soja y el trigo con variedades resistentes a la sequía y a las enfermedades, otorgan al productor una caja de herramientas crucial para competir internacionalmente. Además, el hoy ex ministro ha sentado posición firme en los estrados internacionales ante los intentos de imponer al Paraguay limites artificiales a su política de expansión de la producción masiva de alimentos que el mundo demanda en volúmenes crecientes. El ministro saliente antepuso a cualquier maniobra de tinte ideologizante los tres pilares básicos de la producción primaria: que sea económicamente rentable, socialmente equitativa y ambientalmente sustentable. Tansversal a estos principios, Bertoni ha estado sosteniendo una variable innegociable: Paraguay tiene en la producción agropecuaria de alta tecnificación y productividad, uno de los pilares fundamentales que asegura mejor calidad de vida a todos los habitantes de la Nación.
En otro orden, el ministro saliente ha impulsado la incorporación de pequeños productores con menos de 20 hectáreas -típico formato remanente de la reforma agraria- a las cadenas de valor de la soja, el maíz y otros rubros con mercado exterior asegurado. Durante la campaña 20-21, 43.294 fincas de menos de 20 hectáreas cubrieron 865.875 hectáreas en 10 departamentos, participando del 23,4% del total producido. Uno de los programas estrella de este formato es el cultivo del avatiky, que algunos llaman el “maíz aguinaldo”, porque deja un rubro extra para fin de año al pequeño productor.
Paraguay ya está enfrentando en los estrados internacionales serias turbulencias derivadas de cambios dramáticos en el comercio exterior así como los embates de la fuerte ideologización que experimentan las corrientes ambientalistas de mayor radicalización. Para salir airosos de escenarios semejantes hará falta experiencia de gestión, solidez científica y una gran dosis de patriotismo bien entendido. Hasta hoy nos ha estado yendo razonablemente bien.
Veremos como nos irá a partir del cambio de guardia en el MAG.
Esperemos que el Presidente Peña sepa lo que hace.