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Oiko nomos

Etimológicamente la palabra economía viene del griego oikonomia que no es otra cosa que la de dirigir o administrar una casa. Habiendo leído una publicación de este diario haciendo referencia a la mala dirección o administración de los fondos de Itaipú me pareció observar claras contradicciones y distancias entre la economía y la realidad.

El Estado una de las empresas cívicas más grandes y complejas dejadas a cargo de tres poderes que lastimosamente no aplican los criterios de una buena oikonomia y por eso en vez de concentrar la mente y gestión en los polos claves de la ciudadanía que son educación y salud lo terminan colocando en personas e instituciones distantes del bienestar general.

En esta pandemia hemos visto que nos faltan buenos administradores que manejen mejor sus carteras a las que el ministerio de hacienda destinó nuestros fondos para asistir a la gente y que ha mostrado en el caso de salud hospitales que han llegado a colapsar sus salas de terapia intensiva y en educación exhibiendo claramente la improvisación virtual cuyos costos serán aún más gravosos que los actuales. Tampoco Hacienda ha mostrado austeridad alguna pagando dobles aguinaldos a sus funcionarios sin ninguna justificación real ni mucho menos.

Hace unos días el ministro de Educación tuvo críticas hasta de la mejor egresada del CNC, uno de los colegios públicos más antiguos del país, diciendo que el sistema educativo ya mostraba falencias y que empeoró aún más en este tiempo de pandemia. No le gustó la crítica a Petta.

Los escasos recursos, porque de eso se trata la economía, de administrar necesidades estableciendo prioridades, han mostrado una distancia enorme entre lo urgente y lo necesario y entre la austeridad y el dispendio. Itaipú y sus gastos sociales son una prueba que la economía no guía sus pasos sino simplemente es la discrecionalidad sin control al igual que otras reparticiones del Estado. Esto hay que corregirlo.

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