Cuando el complejo edilicio que construye el Gobierno esté operativo, el nuevo centro administrativo funcionará como una gran aspiradora de personas y tránsito vehicular. Allí se concentrarán los ministerios de Obras Públicas, de Vivienda y Urbanismo, de Trabajo y Seguridad Social, de Relaciones Exteriores y la Secretaría de Tributación.
Aunque hoy muchos de los servicios que prestan estas reparticiones gubernamentales se realizan en forma digital -especialmente lo relativo a Tributación, que es la administrativa más avanzada-, las demás dependen de trámites presenciales y la consiguiente presentación de gruesas carpetas en los mostradores de atención.
Es dable esperar que la circulación de ciudadanos demandantes de algún paso burocrático alcance cotas diarias nunca antes conocidas en el lugar, salvo en las épocas en que el Puerto de Asunción funcionaba a pleno como principal punto de entrada y salida fluvial del país.
En un relatorio de impacto ambiental conocido en 2018, el ministerio que gestiona la obra garantiza que el nuevo polo administrativo “propiciará la salud y seguridad urbana, organizará la movilidad vehicular y peatonal, abrirá espacios peatonales y bicisendas, mejorando notablemente la calidad de vida de las personas que vivan y/o trabajen en este sector de la ciudad” y más.
La meta es ambiciosa y destacable. Pero será la realidad diaria la que responderá cuando esos ministerios entren en fase operativa y generen una actividad que atraerá con un imán toda la parafernalia de la actividad informal, desde el asadito callejero hasta el vendedor de artículos reciclados de los depósitos fiscales. No hay razones suficientes para creer que las viejas “franquicias” de mecachifles que rodean como moscas los ministerios no se trasladen a las nuevas sedes, porque allí estarán reubicados sus viejos clientes, la mayor parte, con cuentas a cobrar a fin de mes.
Nueva casa no garantiza el abandono de viejos hábitos. El perfil de edificios rutilantes promete mucho en el power point y en los videos animados. Pero el folklore pasará su cuenta, antes o después. Lo vemos a diario en un centro histórico convertido en una ruina por acampes, concentraciones y ocupaciones de todo tipo.
Quien sabe. Quizá los “nuevos ministerios” sean el punto de partida de un nuevo estilo de vivir en el centro asunceno. Habrá que verlo.
