La reciente visita de Abdo a su colega Luis Lacalle Pou en Uruguay nos demuestra muchas de las cuestiones que no se hacen bien en materia de política exterior.
Mientras el canciller Acevedo hacía loas hacia la cooperación rusa en el tema de vacunas, afirmando incluso que estaban dispuestos a debatir una cooperación militar sin que supiera Acevedo el costo que podría tener una afirmación de ese tipo, nos demuestra que vamos a tientas y a locas en esta cuestión de buscar salir de un país encerrado desde hace un año, pero fundamentalmente contenido en una incapacidad y una ineficiencia de mirar el mundo con ojos que realmente nos hagan hacer ganar el respeto de los demás.
La política exterior paraguaya sigue padeciendo de graves defectos, de comprensión de qué es aquello que el Paraguay puede aportar a la comodidad internacional y que ésta debe dar al Paraguay si es que este país cumple con aquello que se ha comprometido en términos de convenios internacionales.
Por ejemplo, mientras nosotros hablamos de la cooperación rusa y de la situación de apoyo a las Fuerzas Armadas por parte de armamentos rusos, al mismo tiempo nos decimos ser parte de la relación estrecha con Estados Unidos, el propio Abdo estuvo de visita a la Casa Blanca en tiempos de Trump, quien calificó la presencia del mandatario paraguayo como una muestra de la larga amistad entre ambos países.
No capitalizó para nada el gobierno paraguayo ese acuerdo ni esa visita, y mucho menos lo hará después de una circunstancia como ésta. No será nada raro que nos diga el canciller o el propio presidente que eso que habían prometido con Rusia simplemente lo hicieron para que otros países donarán las vacunas al Paraguay o fueran generosos con nosotros en ese campo, y fue simplemente una movida en el ánimo de sacudir al mundo hacia nuestra situación de minusvalidez como país.