Comentario 3×3
En una relación sentimental cuando hay alguien que abusa, maltrata, violenta a la pareja, cuando le preguntan acerca de cómo están las cosas adentro del matrimonio, se encarga de decir que somos un matrimonio perfecto. Eso es más o menos lo que acontece en la relación de Paraguay con Brasil y en la afirmación de Bolsonaro en el encuentro con Abdo en Foz de Iguazú.
Estamos lejos de ser un matrimonio, para empezar, y lejos también de ser perfecto. Lo que se nota es un país como Brasil, abusivo o maltratador violento en la relación con nuestro país a lo largo de todos estos años, arrancando desde la guerra de 1864 al 70.
Si nosotros observamos el trato que ha tenido Paraguay con Brasil en el tema de Itaipú, es todavía mucho más bochornoso. Nos forzaron a firmar un tratado para construir una presa en el ánimo supuesto de resolver un problema limítrofe en los saltos del Guairá, aquello en realidad respondía a una idea de Brasil que sabía perfectamente que sin energía abundante no podría desarrollar sus zonas industriales en São Paulo.
Esa represa se construyó, significó una provisión de energía eléctrica abundante e histórica en términos de cantidades a nivel global, pero no significó para nada el desarrollo del país. Se fijó a una tasa de interés fija del 11 % la plata que el país prestó de los bancos brasileños para la construcción de la presa en un costo que fue sobrefacturado.
Inicialmente valía US$ 4.000 millones, terminó costando US$ 22 mil millones y con una tasa de interés fija del 11%, se tuvo que esperar 50 años para pagar completamente la deuda.
Los recursos jamás vinieron al país y cuando se trata de construir puentes que integren, que faciliten la tarea y la relación con el Brasil, de nuevo construye uno de los puentes y el otro construye el Paraguay con fondos de Itaipú, pero en el primero de los casos, las obras complementarias valen cuatro, tres veces más de lo que cuesta construir el puente por el Brasil.
Si hubieran construido en otro sitio, pues habría obra complementaria. No hubiera habido negocio tampoco para los sectores viajeros envueltos en este tipo de actividades.
O sea, la relación que tenemos con el Brasil, no sólo en el Tratado de Itaipú, sino en otras varias cuestiones, demuestra que no somos un matrimonio perfecto y que en realidad quien lo dice sabe exactamente cuán abusivo y violento es con nosotros