Las elecciones políticas, en cualquier momento, deben significar también momentos augurales en que la ciudadanía tendría que demostrar cuánto ha avanzado en su percepción de lo que significa la posibilidad de votar o de elegir.
Este año tendremos las elecciones municipales, las más cercanas a la gente, las que nos dirán -en realidad- cuán comprometidos estamos con buscar el cambio y resaltar las virtudes de los candidatos.
No podemos aducir que no los conocíamos, que no sabíamos qué era lo que realmente proponían y podían hacer o cuán sinvergüenza podría significar el nombre de una persona al frente de un municipio o de una concejalía.
Todos sabemos, no podemos fingir demencia, y es el momento en que los votantes tendrían que resaltar las virtudes, subrayarlas y castigar de manera dura a aquellos que tienen vicios de manera reiterada y sostenida a lo largo del tiempo y que nos han supuestos condiciones de mala calidad de vida en nuestras ciudades.
Las elecciones son tiempo para ver cuanto hemos aprendido, para pasar de grado, es un examen que nos toman cada cierto tiempo en elecciones municipales para el Congreso y también para el Ejecutivo.
El pueblo paraguayo ha tenido mucho tiempo para pensar sobre todas estas cuestiones en la larga cuarentena que tuvimos y en la pandemia que aún no acaba. No podemos aducir ignorancia ni desconocimiento.