El relevo generacional no espera, se abre camino
Hay muchas formas de definir el concepto de generación. La más tradicional nos habla del periodo que transcurre entre el nacimiento y la etapa en la que el adulto alcanza la capacidad de generar descendencia, es decir, cumplir el precepto biológico de perpetuar la especie. En promedio, involucra un periodo de entre 25 y 30 años.
Las guerras son escenarios protagónicos límite que exponen con crudeza la forma más brutal de sacrificio colectivo de una generación. Gran Bretaña, Francia, Alemania y Rusia practicaron este rito macabro de 1914 a 1918, cuando millones de jóvenes sucumbieron en las trincheras dejando además legiones de sobrevivientes física y mentalmente destruidos. El remezón moral que produjo esta hecatombe fue tal que abrió paso a nuevas corrientes de pensamiento expresadas, entre otras, por la que hoy se conoce como la generación perdida, con escritores de la talla de Ernest Hemmingway (“París era una fiesta”) o John Steinbeck (“Los arrabales de Cannery”).
Hoy tenemos otras formas de documentar los recambios generacionales, sólo que los tiempos se han ido acortando entre una y otra leva poblacional. Las guerras siguen amojonando ciertos procesos puntuales: Corea 1950, Vietnam 1968, el Golfo 1990, Afganistán 2001. Pero la corriente de fondo que arrastra los cambios viaja a velocidad de internet y de la irrupción digital con sus tecnologías de la información y la comunicación achatando el tiempo y acelerando las transformaciones. Hoy las generaciones se alinean por letras, desde la X que siguió a los “baby boomers” de los ‘60 hasta la Z o posmilénica que tuvo a internet como la gran partera ayudada por las redes digitales y sus nuevas formas de vida. Festivamente, se suele decir que los nacidos en esta época vienen con un chip incorporado a su sistema nervioso. Con la pandemia, se comprobó que aunque ese chip físico sea imaginario, operativamente es una realidad ya que toda una comunidad joven mutó sin dudar un instante del trabajo oficinesco al homeworking, moviéndose como pez en el agua.
Este cambio dio lugar a nuevas formas no sólo de empleo sino también de abordaje de negocios. Como nunca, la generación Z prepara la irrupción de su continuadora. Ahora se habla de la generación Alfa, la que vio la luz en 2010.
La renovación generacional no se detiene, pregunta ni espera.
Simplemente, se abre camino.
