La infraestructura sanitaria paraguaya es bastante pobre y la pandemia ha desnudado por completo dichas carencias. Se ha invertido una buena cantidad de recursos, especialmente en unidades de terapia intensiva, pero se han construido también varios puestos que no tienen la duración del tiempo que se requiriera, eso significan lugares de atención que están hechos para un momento determinado, pero no para todo el tiempo que se requiera y sea necesaria la infraestructura.
Se suman a ello 12.000 personal de blanco que han sido contratados durante este tiempo de pandemia y que no se sabe en qué condición continuarán una vez que se acabe.
Hay que hacer una completa reingeniería de la cuestión sanitaria del país, hacer que la estructura responda a las necesidades de la gente por regiones y entender de qué manera el rol del Estado en materia de salud pública tiene que ir de la mano con un sistema de salud que tenga que ser aportado por cada uno de los paraguayos de forma tal hacer sostenible el servicio en el tiempo.
Hay cuestiones, también internas, que dejaron la pandemia como lecciones grandes en el ámbito sanitario. La vieja estructura del Ministerio de Salud está enderezada para entender negocios de la compra y la contratación de bienes y servicios, pero no necesariamente enderezada hacia la gestión propiamente.
La cuestión sanitaria del Paraguay tiene su gran momento para partir de todas las experiencias, necesidades, flaquezas y debilidades comprobadas, incluso durante la pandemia, tenga que nacer un nuevo sistema sanitario que funcione para cada uno de los paraguayos.
