La competencia por el desarrollo y capacidades científicas ha demostrado que se encontraba muy lejos de la realidad con la pandemia. Los países que se creían líderes en cuestiones farmacéuticas han quedado atrás y tardaron muchísimo tiempo en encontrar una vacuna contra el Coronavirus.
Si miramos también todas las otras experiencias contenedoras de este virus, vemos que todavía estamos muy rezagados en términos científicos a pesar que desde hace más de 10 años se viene diciendo que la manipulación genética y la guerra bacteriológica serán parte de la nueva agenda global.
Todos estos proyectos integradores, que se creía eran sumar capacidades, demostraron finalmente que no son más que luchas de intereses particulares dentro de una marca colectiva que pretende ser atractiva. Eso le pasa a la Unión Europea y al Mercado Común del Sur, en que no hemos visto realmente capacidades desarrolladas en beneficio no solo de esos países, sino también a nivel global.
La pandemia ha puesto en entredicho el concepto de la globalización como único modelo económico y comercial, y por el otro lado, también nos ha mostrado que los bloques, que deberían haber significado la suma de capacidades, no ha demostrado otra cosa que ser la suma de las individualidades en provecho particular o egoísta de cada uno o de cada país.
Tenemos que tener una visión nueva con respecto al hacer cosas que nos favorezcan a todos, de lo contrario, en un futuro muy cercano un nuevo coronavirus podría volver a arrodillarnos a todos.