Y la situación ya cobra carácter de desastre educacional
No hace mucho tiempo, un profesor universitario uruguayo anunció públicamente su retiro de la cátedra dado que le era imposible seguir enseñando a estudiantes que sólo vivían para el smartphone, las redes e internet.
En este espacio siempre dijimos que la comunidad educativa, en especial maestros y alumnos, tenían que encontrar la manera de utilizar un instrumento de enorme valor si se acuerda su uso provechoso.
Pero en lugar de eso, hemos visto pilas de videítos mostrando a maestros y profesores que ponían a un costado de su escritorio una caja de cartón en la que cada alumno debía depositar su celular apagado al momento mismo de entrar a clase.
Hoy, pandemia de por medio, el smartphone se ha convertido en un auxiliar imprescindible para mantener activa la enseñanza virtual e impedir que los chicos pierdan meses de clase ¿Cuál es la queja? No todos tienen un smartphone, y si lo tienen no alcanza para varios hermanos, o no hay ancho de banda suficiente, o sus poseedores no tienen recursos para cargar saldo y seguir comunicándose con sus maestros.
Así, casi sin darnos cuenta, de ser una lacra para los maestros, el celular pasó a ser el primer elemento de enseñanza.
Esto, al Gobierno lo tiene sin cuidado. De hecho, todo el capítulo de la educación está relegado.
Entre las medidas adicionales a la ley de emergencia que Hacienda remitirá al Congreso se contemplan gastos en salud, programas sociales, transferencias de IPS, exoneración de servicios básicos, apoyo a mipymes y cuentapropistas con el fondo de garantías y partidas para la Secretaría de Emergencia. ¿Y educación? Por lo menos en este paquete de auxilios, nada, pero nada de nada.
El capítulo de educación y ciencias en el Paraguay es una especie de subsuelo al que pocos quieren bajar, empezando por el propio ministro de la cartera. Por el momento se conforman conque el PGN le haya dedicado Gs. 6,9 billones de los cuales se gastará en salarios, alquileres, útiles de oficina y demás gastos corrientes Gs. 6,2 billones. Los restantes Gs. 700.000 millones se irán en otras cosas. ¿En qué? Al menos en reparación, acondicionamiento, modernización y dotación de servicios básicos esenciales como agua corriente y desagüe cloacal, no sabemos. Con las clases presenciales vedadas y las virtuales nadando en la incertidumbre, 2021 va camino de ser otro año perdido.
Pero a nadie, en el MEC, le importa un corno.