Otra vez revolver el rio para sacar pescado
De nuevo se escucha el verbo condonar asociado a una amenaza extorsiva: “O nos condonan las deudas u ocupamos la ciudad”. Es un episodio más de la temporada numero treinta y tantos de la macroserie “campesinos marchan sobre Asunción en reclamo de tierras, créditos y ayuda de emergencia”, estrenada tras el golpe de 1989 y que se sigue dando todavía algún redito en las pantallas y los titulares.
La prueba del oportunismo de los protagonistas de esta tira dramatizada es que esta vez van a la zaga de medidas que ya el propio Gobierno arbitró sin necesidad de que se le llene el vestíbulo de “visitantes”. El segmento más golpeado, los pequeños productores, entrará a un programa de refinanciación de obligaciones crediticias manejadas por el Crédito Agrícola de Habilitación. Son unos 33.000 deudores que verán extendido el plazo para cumplir con sus obligaciones hasta dos años mientras el MAG les otorga una asistencia de urgencia en semillas, combustibles, etc.
Esto se debe agregar a un balance hecho a fines de diciembre por el CAH que reveló que en el ciclo 2021, la entidad financiera había concedido créditos para 45.000 proyectos productivos por un total de G. 450.000 millones logrando una devolución efectiva de G. 460.000 millones, lo cual evidenciaría un alto nivel de recuperación de la cartera en ejercicio. Esto significa que pese a las dificultades de un año signado por la emergencia sanitaria primero, y la sequía después, el comportamiento de los tomadores de créditos ha sido ejemplar. Esta es solamente una parte del universo de pequeños productores castigados por la contingencia climática. Pero la deducción es inevitable: ¿Por qué unos pueden desempeñarse con eficiencia aplicando financiación de la banca estatal y otros salen de movida a exigir que se les condone las deudas?
La respuesta está cantada. Los heraldos de la condonación son profesionales de la agitación que adoptaron la forma de organizaciones campesinas, pero entre las cuales figuran entidades ya convertidas en oenegés “estables” que viven del dinero del Estado, es decir, del contribuyente. Las más notables reciben crecidos fondos como la ONC (Gs. 3.367 millones), el MAP (2.593 millones), MCNOC (Gs. 2.100 millones), muchas de ellas integrantes de partidos y movimientos políticos en carrera hacia 2023.
¿Otra vez revolver el rio para sacar pescado?
Ya cansa y la gente no come vidrio.
