Defensor del Pueblo
Desde tiempos remotos, el ser humano ha sentido la necesidad de forjar un mundo de acuerdo a “sus necesidades” y en ese afán se ha ido distanciando de las Leyes y principios de la naturaleza.
Probablemente el problema central de la ética y de la filosofía del derecho de nuestros días sea el derecho natural, que son principios que derivan de la propia naturaleza y son inmutables, eternas, justas, no escritas, muy distinto al derecho positivo que deviene de la voluntad humana y por ende es antropocéntrico, cambiante, temporal y particular.
De un tiempo a esta parte las actividades antrópicas van en sentido contrario al curso natural incluso en lo que comemos verbigracia los alimentos transgénicos donde se debe prestar mayor atención recordando al filósofo y antropólogo alemán Ludwig Feuerbach que acuño la frase “Somos lo que comemos”
Diferentes actores internacionales buscan conciliar al derecho positivo con el derecho natural, así el Papa Francisco en la Carta Encíclica “Laudato Si” celebra las investigaciones en ciencia para mejorar la calidad de vida de las personas, pero sin el deterioro de la naturaleza. En la Cumbre de Johannesburgo del 2002 se refiere al desarrollo sostenible, donde a futuro se exige a todo proyecto descanse sobre tres patitas, ambiental, social y económico.
De momento todos los aplausos se lleva Ecuador que a partir del año 2008 se ha convertido en el primer País en el mundo en insertar en su Constitución a la naturaleza como sujeto de derecho al igual que las personas y no como objeto de derecho al que se pueda explotar; Ellos ya comprendieron que el ser humano es parte de la naturaleza, no dueño y que la naturaleza puede vivir sin el hombre, pero el hombre no puede vivir sin la naturaleza.
