Los pretextos sanitarios en el Paraguay son eternos y cada administrador siempre trata de explicar que el robo de medicamentos es una “cuestión cultural”. Nunca logro entender qué significa el concepto de cultura en todo esto, pero trato de comprender que es una práctica a la que vienen adecuando sus comportamiento los administradores de la salud en general y del IPS en particular.
Ahora han encontrado que hay medicamentos de ambas instituciones que se venden sin ningún tipo de control en las farmacias contiguas a los hospitales públicos.
Le están haciendo un seguimiento, dicen, desde la formalidad de la Secretaría de Estado de Tributación porque no emiten comprobantes, pero en realidad todo esto en las narices de las autoridades. Son ellas las que deberían tomar al toro por las astas y hacer frente a esta manera criminal de lucrar con la desgracia de la gente, no sólo que terminan trasquilado a los parientes, sino en muchos de los casos, siendo cómplices de la muerte de varios de ellos en su interior.
Es el tiempo de tratar de entender una lógica distinta y construir una cultura de la honestidad, de la ética. Este país no aguanta más seguir de la misma manera y esto tiene que entender el Partido Colorado, que ha estado mucho tiempo en el gobierno y también aquellos que hacen campaña política basados en la desgracia de la gente, proveyendo medicamentos o ambulancias.
No se puede medrar, lucrar, ni manipular las necesidades de este país. La salud es un derecho de la ciudadanía y es un deber del Estado proveer sin ningún tipo de restricción, amaño o corrupción.