Comentario 3×3
Por Benjamín Fernández Bogado
El sistema de distribución de agua y energía eléctrica en el país sufre de manera reiterada una circunstancia que ya todos conocen, pero nadie tiene la capacidad de resolver.
En estos días ha vuelto el drama de los que se surten de agua a través de Essap, lo último ha sido el robo de un instrumento básico y fundamental para ese propósito, de parte, dicen algunos, de los propios operarios del aguatero estatal, y no es la primera vez que eso acontece.
Si no podemos garantizar que la gente desde adentro no robe a la institución, qué podemos esperar de aquellos contribuyentes que sostienen con su pago de servicios y también con sus impuestos a que estas empresas sigan existiendo como tales.
Las empresas estatales paraguayas han superado la ola privatizadora de la década de los noventa, pero en vez de aprender a aumentar su nivel de eficacia y honestidad en la tarea de gestión, al contrario, se ha visto cada vez más agravada y con el argumento de decir que si se privatizara sería aún peor.
Estamos entrampados en un mal servicio, en una situación en la que se nos roba la paciencia y el ánimo, porque no hay servicios públicos de calidad, y encima de eso, los privilegios se mantienen a los que roban a cielo descubierto piezas importantes, dejando sin agua a vastas poblaciones del país.