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Los lados oscuros de la droga

Ya conocemos los efectos nocivos para nuestra salud el frecuente consumo de estupefacientes, algunos registrados son;

  • Adicción.
  • Insomnio.
  • Anorexia.
  • Disminución de la libido.
  • Comportamiento violento.
  • Accidentes cerebrovasculares.
  • Alucinaciones auditivas y visuales.
  • Psicosis.

Así y todo no se limita a estos aspectos negativos la presencia de la droga en nuestras vidas. Ahora Colombia enfrenta un nuevo problema: demasiada cocaína. Durante décadas, una industria ha sostenido al pequeño y remoto pueblo colombiano de Caño Cabra. Quienes viven en esta comunidad del centro del país se levantan temprano casi todas las mañanas para recoger hoja de coca, raspando ramas quebradizas, a veces hasta que les sangran las manos.

Un trabajo sacrificado para personas que buscan tener comodidades básicas para vivir en paz y comodidad.

La industria de estupefacientes, es una que cómo cualquiera utiliza a seres humanos  para alcanzar cifras que satisfagan a las personas encargadas de gerenciar, administrar o dirigir empresas encargadas de producir, ofrecer y entregar los estupefacientes a distribuidores o consumidores finales.

Los narcotraficantes que compran la pasta de coca y la convierten en cocaína dejaron de aparecer. De repente, esa gente que ya era pobre se quedó sin ingresos. La comida empezó a escasear. Se produjo un éxodo a otras regiones de Colombia en busca de trabajo. El pueblo pasó de tener una población de 200 a 40 habitantes. Personas que cómo usted y yo necesitan de comida, vestimenta, techo y servicios básicos para tener una vida en condiciones adecuadas para asegurar un buen presente y futuro, se fueron.

Un gran negocio

La elaboración de esta droga ilícita llamada cocaína consiste en transformar las hojas de coca en pasta de cocaína y después en clorhidrato.

La hoja de coca, tradicionalmente, se cultiva en las tierras bajas de los Andes o en zonas montañosas.

La cocaína es la cuarta droga más consumida del mundo después del cannabis, los opiáceos y opioides y las anfetaminas, con 22 millones de consumidores en todo el globo. Un dato que sirve para que la industria continúe haciendo ese “maldito polvo” que destruye vidas particulares y colectividades de seres humanos no solo en nuestras ciudades, barrios o países sino en todo el mundo.

La compra de pasta en más de la mitad de las regiones cocaleras del país se ha reducido drásticamente o ha desaparecido por completo, lo que ha provocado una crisis humanitaria en muchas comunidades remotas y empobrecidas.

Una realidad que nos muestra que la droga no solo daña vidas de quienes la consumen sino de las personas empleadas para tener la materia prima para hacer realidad el producto final.

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