La situación en el Medio Oriente sigue siendo bastante dramática con los ataques de cohetes desde el enclave de Gaza con destino a Tel Aviv, la capital de los judíos, y la respuesta también vigorosa de un poder militar predominante en la zona.
Mientras tanto, como siempre, cada uno de los líderes políticos buscan seguir manteniendo el conflicto, a pesar de que digan de que están interesados en acabar con el mismo.
El negocio de la conflictividad es algo que favorece a los radicales y, en ese sentido, la vieja y larga tradición de conflicto en la zona demuestra que todavía hay muchas cuestiones básicas y elementales que no han sido superadas.
Así como los sunitas se enfrentan a los chiitas dentro de la misma religión musulmana, hay otros radicales que todavía buscan fórmulas de violencia. La propia estructura administrativa de Israel entienden que la única forma de cohesionar el país es teniendo un enemigo externo, cuya única idea es tirar a los judíos al mar Mediterráneo.
En esta situación conflictiva ganan todos, incluso los que proveen armas y los que hacen parte del gran negocio de las guerras a nivel global. No hay una voluntad clara y contundente de parte de los sectores para acabar con esto que, desafortunadamente, cuando lleguen a radicalizarse aún más las posiciones, puede dar inicio a una conflagración todavía de alcance mucho mayor.
