¿Qué hará EE.UU. con tanta vacuna a partir de julio?
Mientras nosotros estamos intentando entrar al negocio de la fabricación de vacunas anti COVID19 en sociedad con los rusos -buena iniciativa que vale la pena alentar-, los norteamericanos podrían entrar a partir de julio en una especie de “venta de garage” de vacunas sobrantes. Y ya se sabe, lo que sobra no se tira.
El operativo de inmunización de Joe Biden va camino a romper records. Se está vacunando a un ritmo de 2,5 a 3 millones de ciudadanos por día. Pero esto no significa que esta secuencia continuará hasta completar los 330 millones de norteamericanos. Gran parte está dispuesta a vacunarse inmediatamente, pero los demás prefieren esperar. O simplemente, no darse el pinchazo. Una encuesta de la Kaiser Family Foundation encontró que el 61% de los estadounidenses quiere a vacunarse pero el resto se divide entre un 17% que quiere esperar y ver un poco más, otro 13% que asegura que nunca se dará el pinchazo y un 7% restante que sólo se vacunaría si se lo exigen. Esto podría comprometer la meta recomendada por los epidemiólogos que hablan de entre el 70% y el 85% de la población inmunizada para garantizar la inmunidad comunitaria.
De todas maneras, disponiendo de un stock asegurado de 800 millones de dosis, EE.UU. alcanzaría muy pronto la inmunidad de rebaño administrando las dos dosis requeridas para el efecto. El país continente inmuniza en base a Pfizer, Moderna y Johnson&Johnson, consideradas las ferraris de las vacunas. Si la meta se alcanza para julio próximo como prometió el presidente Biden, tres grandes laboratorios quedarían liberados para volcar su producción en el “resto del mundo”, o sea, nosotros. De esta manera, de pasar penurias por un par de vacunitas, podríamos llegar a quedar saturados de oferta inmediata aunque este sea el más improbable de los escenarios. Las vacunas son, al fin y al cabo, una mercancía como cualquier otra y ningún empresario va a provocar su devaluación volcando al mercado grandes cantidades depreciando su valor.
La dura realidad: la pandemia se ha adueñado del país, quebrando endebles barreras sanitarias, aumentando su cuota de decesos y dejándonos a su arbitrio aún por muchos meses. Y mientras Israel tira los barbijos y los ingleses levantan la queda, nosotros seguimos anclados en el calvario, contando los días… y los difuntos.