Los ataques a la libertad de prensa se suceden de manera frecuente y reiterada en América Latina, hace poco hemos tenido noticias de lo que pasa en Nicaragua, en donde han sido silenciadas todas las voces críticas, y Ariel Ortega, que llegó a caballo de la muerte, del editor de La Prensa, se encargó también de perseguirla una vez que se haya consolidado en el poder. Los tiranos, los dictadores, los gobiernos corruptos, siempre echan mano a todos los mecanismos existentes para silenciar las voces críticas.
En el Paraguay hemos tenido varios casos de la utilización de la justicia para propósitos particulares y personales, y varios medios de comunicación han sido permanentemente hostigados por publicaciones bajo la figura de que han calumniado o difamado a una persona determinada cuando en realidad los argumentos no son de recibo, pero lo peor, es que el sistema judicial no da ninguna garantía para que alguien se defendiera en igualdad de condiciones, ser parte de aquel que ataca a la libertad de prensa, porque cree que viviendo en un ambiente absolutamente tolerante a la corrupción es mejor para ellos, es el tiempo de fijarnos muy claramente quienes son los verdaderos adversarios en esta lucha por preservar la libertad de prensa y la libertad de expresión.
