Foto: El diario.es
La pandemia ha revelado por completo la forma estructural del Estado paraguayo, incoherencias, contradicciones dominado por hechos de corrupción, incapacidad para reaccionar en tiempo y en modo.
Ahora comienzan a buscarse responsables en torno a aquellos que no tomaron las decisiones correctas en el momento oportuno, que no compraron las vacunas de quienes deberían ser adquiridos y que se concentraron en el mecanismo Covax por alguna cuestión que alguna vez sabremos, cuando tengamos una investigación completa de cuál ha sido el comportamiento del gobierno durante la pandemia.
El elemento dominante ha sido las dudas en la forma en que tendría que enfrentarse a este fenómeno. Algunos creyeron que era una cuestión transitoria que duraría unos meses y no el año y medio que ya llevamos.
Otros pensaron que era una gran oportunidad para robar, que US$ 1.600 millones destinados para el Covid eran un bocado demasiado apetitoso para tener que renunciar a la oportunidad de un Estado acostumbrado a la corrupción.
Por otro lado, han fallado todos los mecanismos de control, toda la capacidad de trabajo interinstitucional y, por supuesto, un presidente absolutamente desbordado por la tarea de enfrentar la pandemia que hasta ahora ya se lleva casi 14.000 muertos y una gran muestra de desapego hacia la empatía con la ciudadanía, que era lo que también se esperaba de parte de nuestras autoridades.
Cuando se haga el arqueo final no habrá fuegos artificiales, probablemente habrá la necesidad de mirarnos para adentro para resolver los graves problemas estructurales de este edificio que ha colapsado en una de sus partes.