Cada vez que llueve nos damos cuenta de las grandes dificultades que tenemos en términos de organización ciudadana. No ha llovido mucho en estos días, pero si bastante fuerte en el corto tiempo y nos ha dejado de nuevo la sensación de estar a lo que Dios es grande.
No hay una sola idea en torno a cómo resolver esta cuestión y cuando tenemos alguna idea terminamos naufragandola en corrupción, como el caso de la empresa que ha sido adjudicada para desarrollar el sistema de desagüe pluvial en la cuenca del lago Ypacaraí.
La empresa se cargó con US$ 4,5 millones de un contrato superior a US$ 15 millones y desapareció. Uno se pregunta ¿cómo pudieron haberle dado la tarea a una empresa de maletín o a una empresa que no es seria? a la que simplemente se acerca al gobierno por los contactos que tienen, pero que no tiene capacidad para realizar dicha tarea. Esto no ocurre solo en las obras viales.
Hay empresas que tienen multicapacidades de participar de las licitaciones públicas. En el Paraguay se compran bienes y servicios por parte del Estado por casi US$ 6 000 millones, un bocado extraordinariamente apetitoso, superior a la mejor cosecha de la soja que atrae, por supuesto, a todos los interesados en librar de ella con algún acuerdo con el sector del funcionariado, que es el que facilita el negocio. Todo esto tendría que estar ordenado y en el Paraguay seguimos padeciendo las consecuencias del desorden y de la corrupción.