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Las calles y los manifestantes

Cuando en pandemia los gobiernos perseguían a los manifestantes por el temor al contagio que incluso castigaron a los líderes sociales con ese pretexto, lentamente vuelven los ciudadanos más pobres que antes a ganar las calles En el vecino país Brasil se dio en estos días una concentración de nativos que hicieron oír su voz protegiendo su espacio para existir en paz. Un hecho característico en América Latina donde el abuso a las comunidades indígenas es frecuente y constante. En el Brasil se cuestiona la política de Bolsonaro contra el hábitat de los aborígenes con contaminación y deforestación

En un país cuya dimensión oscila los ocho millones de kilómetros cuadrados, es normal que el “problema” sea una palabra que esté en la jornada diaria del ciudadano. Uno que ahora se encuentra no sólo con pedidos de protección y cuidado por el virus que se hizo brasilero y mató a más de 600 mil de sus habitantes sino que ahora vuelven los temas medioambientales a ganar la calle y colocarse en el centro de las protestas.

Eje de campaña
De improviso, la rutina cambió por gritos, bailes y reclamos hechos por nativos a su gobierno para hacer que este haga algo por el lugar que les pertenece y que ahora es usado para la cosecha de productos, construcción de establecimientos para guardar lo cosechado sin un plan que sirva tanto al propietario natural de dichas tierras que ahora cómo consecuencia no podrá plantar ni consumir alimentos que la naturaleza les daba. El tema ambiental es central en los comicios de octubre próximo donde Lula buscará cómo Bolsonaro su reelección cómo presidente.

De entre las conocidas etnias brasileñas que protestan se encuentran; Aché, Amanyé, Awá, Baniwa, Botocudo, Chamacoco, Chiripá y Cubeo que se establecieron en el campamento por la tierra libre o el Acampamento Terra Livre, ATL en portugués, con el fin de hacer oír su postura con relación a las tierras que les fueron despojadas y que ahora recobran ser parte del eje del debate político en el vecino Brasil.

Se entiende que al formar parte de una organización, partido político, club deportivo, familia o país todos deben tener los mismos derechos para lograr una armonía y equilibrio social que no terminen en bloqueo de rutas, manifestaciones y destrucción de infraestructuras o salud y hasta vida de personas. Brasil y nosotros lo sabemos, solo hace falta que los políticos y sus financistas lo sepan.

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