La formación universitaria es clave para cualquier desarrollo nacional, sin embargo, en Paraguay hemos tenido una ley que ha permitido que el Congreso aprobara la creación de decenas de universidades que no corresponden a las demandas reales del mercado, a la buena calidad de enseñanza, y menos aún de la sostenibilidad financiera.
De ahí que lo que acontece con la Universidad María Serrana y su carrera de Medicina no sería una más de las tantas que ya hemos visto a lo largo de este tiempo, de instituciones de nivel terciario que han sido intervenidas por un Consejo que surgió ya como consecuencia de una falta de rigor en la apertura de centros académicos.
Aquí lo que habría que preguntarnos es si tenemos la cantidad de profesores dispuestos a enseñar en tantas universidades, más de 50, en el ámbito público y privado es la cantidad que registran los documentos del Ministerio de Educación, y lo que hemos visto durante todo este tiempo es que nuestra mala calidad de formación atrajo a varios de otros países, han venido incluso del Congo, del África, a estudiar medicina entre nosotros, y también brasileños que encuentran grandes dificultades para su ingreso en ese país a las instituciones de formación.
Pero muchas de estas materias no eran dadas con el rigor que se requieren, no tenían las horas establecidas en la formación ni tampoco tenían acuerdos para que los estudiantes y graduados hicieran pasantías en hospitales.
Lo concreto y cierto es que el paciente, aquel que tenga que ser tratado por algún médico graduado de estas universidades, puede llegar a perder la vida; lo más valioso y lo que dice la constitución que es la principal razón que debe garantizar un Estado.
Demasiadas universidades para un país extraordinariamente pobre, con muy poca calidad y cantidad de profesores sólo puede significar mayores lamentos a corto plazo y mayor desgracia sobre la educación en su conjunto.