Le han achacado al ministro Candia duramente a sus colegas por haber afirmado de que hay fuerte presión de políticos y de la masonería en los nombramientos en los cargos de jueces en nuestra República.
El ministro Candia se reafirmó diciendo “Eso es lo que yo creo”, si no es verdad, no tendría por qué enojarse. Su colega Martínez Simón, que pertenece a la masonería, lo dijo abiertamente, aunque dijo después de que nunca había participado de ninguna actividad política ni en sus tiempos de estudiantes, está instalada la idea con claridad de que nuestros jueces en realidad no dependen de su capacidad, de su honradez, de su idoneidad, sino que están puestos en los cargos y sostenidos en ellos por una estructura política corporativa que es la que realmente controla sus actos y los pone al servicio de sus intereses y no de los intereses de la justicia.
Esta es una cuestión que pudo haberlo dicho cualquiera, pero cuando lo dice un ministro de corte le cae muy mal a algunos de sus compañeros sentados en dicho sitio.
Es la hora de asomarnos a la realidad y con esa realidad buscar cambiar esto que es una vieja deuda de la democracia paraguaya. La ausencia de una justicia institucional que realmente ponga en forma recta lo torcido y que realmente genere un ambiente de tranquilidad que no fuerce a las personas a buscar por la violencia la solución de sus problemas.
La justicia es demasiado importante para quedarnos en una cuestión simplemente anecdótica. Hay que arremangarse y trabajar para hacer de ella realmente el amparo y el reparo de la gente.
