La situación del coronavirus se vuelve insostenible en el Paraguay y el Gobierno no tiene una sola idea de cómo enfrentar esta circunstancia que lleva la vida de muchos paraguayos.
La reunión del gabinete del Ejecutivo, con el liderazgo de Abdo, no arrojó absolutamente nada. Es probable que sólo se hayan planteado las cuestiones referidas a qué es más conveniente: cerrar el país por completo para evitar la propagación del virus o asumir las consecuencias económicas que eso supone, en medio de las grandes carencias y en donde el Estado, administrador de nuestros recursos, sigue sin ánimo a cortarse la carne.
Lo que vemos es una absoluta turbulencia en el ambiente sanitario y no hay respuestas. Deberíamos haber suspendido las vacunaciones hasta que tengamos una cantidad mucho mayor para enfrentar el reto de inocular a un porcentaje importante de la población y, al mismo tiempo, hacer coincidir esto con la detención de las actividades que eviten la propagación del virus.
Sin embargo, el Gobierno no tiene ni autoridad moral ni credibilidad y mucho menos la capacidad de gestionar las vacunas. Estamos a lo que se dice comúnmente “a lo que Dios es grande”.
