Comentario 3×3
Por Benjamín Fernández Bogado
Una de las cuestiones sobre las que más se recurre a la hora de hablar sobre la modificación de la estructura del Estado es acerca de su forma de selección de personal. Ha habido muchos intereses sobre este tema para no cambiar. Se afirmaron varias cuestiones de cambio, pero en realidad no se llevaron adelante.
Se conformó incluso a una unidad administrativa denominada Secretaría de la Función Pública, que no ha tenido hasta ahora la relevancia que debiera tener. No ha tenido la capacidad, por ejemplo, de establecer un protocolo rígido que haga que las personas que quieran ingresar y servir al Estado, que hoy paga un 30 % más que el sector privado y paga cada mes, incluso en tiempos de pandemia, tuviera ciertos niveles de rigor a la hora del ingreso de este personal.
Seguimos haciendo ingresar por cuestiones que tienen que ver con cercanías de tipo familiar o afinidad ideológica partidaria, pero no porque deban servir a los ciudadanos, independientemente de la descripción partidaria que tengan. No vemos la profesionalización del Estado en la conformación de un aparato cada vez más adiposo, cada vez más costoso y cada vez más corrupto.
El Estado requiere demostrar verdaderamente una voluntad de cambio, haciendo una profunda modificación en la forma en que selecciona a aquellos que se dicen servidores públicos, cuando en realidad no lo son.
