Una de las cuestiones claves de cara al futuro del Paraguay en tiempos democráticos es la Reforma del Estado.
Se habló como mecanismo para evitar el levantamiento, la ira, el descontento popular en contra de quienes vivieron cobrando como siempre, no haciendo nada durante el tiempo de pandemia. Creíamos que el Estado sería mucho más sincero con su realidad y buscaría cambiar las reglas del juego. Se sumaron el Ministro de Hacienda y el Vicepresidente Velázquez el hermano de Abdo, que sacaron un pequeño documento intrascendente que fue a parar al bote de basura de la Cámara de Diputados.
El que lo recibió fue el Presidente de la Cámara Baja y Presidente de los Colorados, Alliana, el menos interesado en hacer la Reforma del Estado, cambiar la base clientelar, prebendaria, llena de canunjías, como es la política paraguaya es prácticamente un suicidio para el Partido Colorado; no puede tener autoridad esta agrupación política, que junto con las demás llenaron de empleados públicos nuestra estructura administrativa cada vez más costosa y cada vez más descarada, como lo plantean los organismos de Hacienda que se otorgan autoaumentos o la gente del Banco Central del Paraguay.
Nadie mira la realidad de la gente que apenas sobrevive, nuestros marajás de la función pública se siguen comportando como si fueran una casta superior y nosotros, los intocables dalic, marginales, que siguen sosteniendo con sus impuestos a esta casta vergonzante que debería cambiar por completo de la mano de una política que ponga los tantos de forma distinta para propósitos también diferentes.
