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La perdída de resiliencia

La resiliencia es la capacidad de adaptarse a situaciones adversas, como traumas, tragedias, amenazas o tensiones significativas. Se trata de un proceso que implica flexibilidad mental, emocional y conductual. Les soy honesto, conocí esta palabra cuando una amiga me dijo que era resiliente para enfrentar el tiempo y trabajo de la recuperación que me tocaba para volver a estar de píe y usar bien la mente y piernas que quedaron afectadas luego del accidente vehicular que sufrí. 

Y al ver la definición de la palabra cómo la agenda de tareas de rehabilitación me dí cuenta que era algo que debía formar parte de mi piel, mirada y gestos si quería realmente recuperarme y volver a hacer las cosas que ya me encuentro haciendo. Cómo otras cosas que no imaginaba desarrollar y me dí cuenta que es resultado de la resiliencia puesta en lo que me hayan planteado hacer los terapeutas o profesionales de salud que me tocó visitar.

   Debemos tener resiliencia ante cualquier desafío de nuestra vida, ahora la gente se pasa   lamentándose por un desaire en las redes sociales y apenas puede cambiarse de peinado sin preocuparse de cómo se vea.

La manera de forjarla

Cómo padres siempre estamos preocupados en qué y cómo hacer para criar bien a nuestros hijos, cómo volverlos resilientes ante los desafíos que se le presenten en la vida. Estará bien exponiéndolos a retos que lo ayuden a enfrentarse a la adversidad sin colapsar.

O aplicar los siguientes consejos:

  • Fomentar la confianza: Reconocer sus logros, expresar sus cualidades positivas y ayudarle a enfocarse en lo mejor de sí mismo. 
  • Enseñar que equivocarse no es debilidad: Explicarle que pedir ayuda es una fortaleza y que las cosas pueden mejorar con esfuerzo. 
  • Ayudarlo a resolver problemas: Reconocer los desafíos, ofrecer ayuda y acompañarlo en cada paso. 
  • Involucrarlo en actividades grupales: Ayudar a otros puede ayudar a desarrollar resiliencia. 
  • Enseñarle a gestionar el estrés: Ayudarlo a desarrollar estrategias para minimizar emociones como el nerviosismo o la incomodidad. 
  • Evitar transmitir temores propios: Identifica tus propios miedos y evita transmitirlos a tu hijo. 

Estas recomendaciones pueden servir para los padres recientes, porque hoy día en el mundo se ha puesto de moda hacerse de hijos sin mucho conocimiento de lo que se debe hacer con ellos. Cómo siempre es normal al recibir al nuevo miembro de la comunidad familiar, barrial u organización de personas a las que los integremos. Debemos tener siempre  cuidado con las personas que rodeen a nuestros hijos y sus influencias para con ellos y terminen convirtiendolos frágiles, negativos o débiles ante cualquier provocación.

Recuperarla y vivirla

Es algo natural y orgánico cómo el ver, sentir, escuchar o respirar mientras tengamos vida desde aquel maestro que en aula pide al niño que responda claro y fuerte a un cuestionamiento planteado o el compañero del equipo de fútbol que también quiere tocar el balón en el partido que juegan juntos. Donde se puede ver si existe resiliencia grupal o individual por los desafíos que presenta ese deporte.

Definir la resiliencia es complicado. Algunos la definen como la capacidad de hacer frente a la adversidad; otros, como la capacidad de recuperarse; y otros, como la adaptabilidad.

Es habitual encontrarse con padres, tíos o jefes destaquen que sus padres o abuelos resistían más cualquier tipo de provocación, desafío o broma que hoy día las personas tienden a calificarlas de bullying o abuso y acoso psicológico.

Quizá algunos estén de mi lado y otros no pero presumo que con el tiempo nos hemos o estamos haciendo más débiles o vulnerables a que cualquier cosa nos afecte y bloquee la capacidad de seguir adelante. Cosa que por experiencia y haber conocido a mis abuelos puedo afirmar que son o eran personas 4 x 4, todoterreno y con la voluntad de enfrentar lo que sea sin medir los riesgos que suponga echar un árbol, trepar una muralla, limpiar u ordenar el patio o lo que pensemos no deben o pueden hacer personas de edad.

La genética es fuerte y quizá de allí viene la resiliencia que muestro ante la incitación que ahora la vida me presentó combatir.

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