Comentario 3×3
Por Benjamín Fernández Bogado
El paraguayo ha querido abrir la frontera con el Brasil. El país vecino ha afirmado que no lo podrán hacer hasta dentro de 30 días. Parece una jugada estudiada porque por un lado no se demostraba mucho interés del lado paraguayo tampoco que esto se diera en razón de los peligros del contagio y de la propagación del virus desde el Brasil, que es el segundo país con mayor cantidad de víctimas por Covid a nivel global.
Tampoco se observa con mucha atención el trabajo que pueda hacerse con la exclusión de la zona de Foz de Iguazú con Ciudad del Este, como un área común que podría ser sometida a formas de control y protocolos diferentes a las que tiene el Brasil en otros puntos fronterizos. Esta gigante nación sudamericana, en términos geográficos, sólo no tiene fronteras comunes con el Ecuador y con Chile, y ha venido también a lo largo de este tiempo mostrando grandes dificultades para manejar las cuestiones sanitarias con éxito y una fuerte crítica a su presidente Jair Bolsonaro, envuelto como la mayoría de nuestros presidentes sudamericanos, en hechos escandalosos de corrupción.
Habría que mirar con atención este tema y observar con detenimiento hacia dónde apuntan estas cuestiones. Si en realidad existe la voluntad del gobierno central paraguayo de abrir las fronteras con el Brasil, o si todo aquello no fue simplemente un elemento tranquilizador de la hostilidad que ya mostraron en manifestaciones los ciudadanos paraguayos fronterizos con el Brasil en Ciudad del Este, Salto del Guairá y Pedro Juan Caballero.
