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La improvisación como política (parte 2)

El único modo en que el Presidente pueda gobernar con fuerzas tan con­trapuestas es dejar el campo libre a los diversos actores para que cum­plan con sus propósitos; es decir, que cada supuesto caudillo tenga plena libertad de acción en su feudo particular. Este (des?)gobierno puede dar tranquilidad a corto plazo, pero solo puede ser viable recurriendo a la improvisación como herramienta unificadora. Ausentes están la plani­ficación, la previsión, el análisis estratégico, la formulación de políticas claras de Estado que vayan más allá de las administraciones y las per­sonas. Cada nuevo «tendotá» deshace lo que hizo el anterior, vuelve a inventar la rueda y el fuego; y cumple con su máxima prioridad, que es dar un «espacio» a los amigos y correligionarios. El resto no tiene mayor importancia. La estabilidad de esta administración se define igual que la permanencia del cuestionado ministro del interior: se queda… «por ahora». Los resultados están a la vista: luto, tragedia, marchas y contra­marchas, ministerios que se contradicen mutuamente, y un presidente que intenta calmar los ánimos haciendo algunos cambios en su Gabinete, pero sin cambiar a sus miembros más cuestionados.

Mario Abdo tiene una difícil tarea: gobernar en una casa dividida. Pero como dice la Sagrada Escritura, «toda casa dividida contra sí misma no per­manecerá». Si desea terminar bien, debe corregir el curso; decidirse de una vez por todas a gobernar en serio y terminar con el imperio de las facciones rapaces e inicuas. No tiene mucho margen de maniobra, aunque todavía le queda tiempo. Pero si no hace esto, su futuro ya está escrito.

 

Equipo Periodistico
Equipo Periodistico
Equipo de Periodistas del Diario El Independiente. Expertos en Historias urbanas. Yeruti Salcedo, John Walter Ferrari, Víctor Ortiz.

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