Todavía no termina el Gobierno de salir de una severa crisis política que puso en peligro su misma permanencia, cuando el rescate de un peligroso narcotraficante vuelve a evidenciar el recurso a la improvisación como único rasgo coherente de la administración Abdo Benítez.
Se intentó el traslado de un detenido de extrema peligrosidad, sin las mínimas precauciones para el mismo detenido y quienes los resguardaban. Todo ello, para cumplir con una diligencia que bien podría haberse realizado de un modo más seguro, sin poner en peligro la vida de tantos actores del sistema penitenciario y judicial. Fruto de este modo inepto y mediocre de hacer las cosas lamentamos el fallecimiento del comisario Félix Ferrari, de impecable foja de servicios, y que deja en el luto y desamparo a toda una familia.
Si algo tienen en común estas crisis, es que sirvieron para manifestar la enorme debilidad estructural de la actual administración. Lejos de constituirse en un proyecto político coherente, la actual administración ha demostrado ser poco más que una coalición inestable de diversas facciones del partido gobernante, débilmente unidas por un visceral rechazo a la anterior administración y lo que ésta representaba. Más allá de ese odio resentido y despechado, no hay nada o casi nada. En consecuencia, el presidente de la República es, antes que la cabeza real de la rama ejecutiva, apenas un mediador que tiene la difícil tarea de conciliar intereses divergentes o inclusive opuestos.