Proveerse de vacunas ha pasado a ser también una de las características principales de los países que tienen diligencia y en contraposición, aquellos como los nuestros, que siempre han buscado vivir de la limosna, de la dádiva o de regatear los precios, se han quedado atrás.
Israel es un buen ejemplo de eso, compró vacuna Pfizer a US$ 30 la dosis, mientras nosotros esperábamos que el mecanismo Covax a US$ 4 podría resolver nuestro problema. Tuvieron también a favor los israelitas que el gerente general, el encargado de la Pfizer, fuera un judío.
Los contactos, las relaciones, la rapidez en el manejo de las relaciones comerciales ha probado ser un factor determinante a la hora de tener o carecer de vacunas, eso se ha mostrado prácticamente en todos los terrenos.
Hay otros que jugaron en el terreno de las relaciones diplomáticas y de las cercanías ideológicas. Bolivia es un ejemplo de eso, que ha buscado a través del relacionamiento con China continental la provisión de una cantidad superior de vacunas de las que tiene Paraguay en este momento.
Indudablemente lo que vemos es que Paraguay tendría que repensar por completo su política exterior y su forma de gestionar cuestiones que sean favorables al interés colectivo. Incluso cuando ingresan actores privados comerciales en el país comenzamos siempre a desconfiar acerca de qué intereses es el que le motiva, si es uno genuino en favor de la sociedad en su conjunto o es una oportunidad de negocios, de política detrás del mismo.
Necesitamos definir las capacidades y, en función de eso, aprovechar las oportunidades. Esa también es una lección que nos está dejando esta larga pandemia.