Los transportistas han conseguido de nuevo un subsidio de parte del Gobierno, pero ese no es el problema. Lo más grave es que utilizan todo el poder de chantaje y de extorsión sobre la población, para alcanzar ese propósito; incluso se dan el tupé de decirle al gobierno: «no queremos tu subsidio y vamos a alzar al costo que, a nuestro parecer, deben pagar los usuarios del servicio».
Aparte de no contentarse con recibir el 30% del valor de cada unidad que compraron para sus beneficios, van más lejos diciendo que quieren establecer el costo del pasaje y como el gobierno teme una reacción popular, como la que se dio en el Brasil y en Chile, donde una conmoción inmensa acabó con un gobierno del Brasil y por poco sacude a Piñera, no quiere problemas con el sector del transporte, pero más con los usuarios y ha vuelto a meter la mano al bolsillo de todos, para cumplir con los caprichos, con las extorsiones, con el chantaje de los transportistas.
Por este camino no vemos soluciones, nadie propone hasta ahora un servicio masivo de transporte, utilizando la energía eléctrica con tranvías y con trenes de cercanías, con la posibilidad de acabar con esta mafia de transportistas que desde hace bastante tiempo nos viene sometiendo.
Es la hora de liberarnos, de establecer una segunda independencia, de construir la posibilidad autónoma, de que nadie venga con extorsión ni chantaje a decirnos lo que le debemos pagar, porque eso es lo que necesitan.
