La educación está lentamente volviendo a la normalidad, pero con grandes dificultades en un grupo de maestros que realmente no siente la vocación de enseñar y con unos padres que están muy contentos con la mala calidad de enseñanza que reciben sus hijos.
Hay que cambiar por completo los paradigmas de la educación; los que tenemos no sirven, y los propios maestros lo saben. Se sindicalizan en estructuras mafiosas que lo único que hacen es reclamar mayores niveles de ingreso, pero sin hacer ningún énfasis en la calidad de enseñanza que debieran dar.
Ahora han vuelto a rendir varios que pretenden ser maestros; los aplazos han sido de nuevo enormes como el año pasado, donde sólo el 10% aprobó el segundo nivel de exigencia para estar al frente de niños y jóvenes en nuestras escuelas y colegios.
Hay que hacer una revolución enorme en materia educativa. Hay que tener el deseo de volver a encender una llama apagada desde hace muchos gobiernos que utilizaron la educación como un trampolín electoral para su partido y para sí mismos, degradando aún más la ya degradada educación paraguaya.