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La democracia: 35 años después

Nací a los 3 años del golpe de estado paraguayo que trajo la democracia  en 1989.
Ese  tiempo inicial de mi infancia en que la mente humana todavía no desarrolla la capacidad de recordar y criterios para criticar lo que vea, sienta o escuche.

Se estima que la memoria comienza a desarrollarse en el vientre materno. A los seis meses, los bebés pueden retener información durante un breve período de tiempo y utilizarla para resolver problemas simples en nuestras vidas.

Existencia  en democracia que para muchos hace más de 3 décadas fue muy difícil llevarla en paz, sin miedo ni abusos cometidos en una de las dictaduras más funestas  que sufrió nuestro país desde 1954 hasta 1989 por Alfredo Stroessner (1912 – 2006). Gobierno en el que niños, jóvenes y adultos sufrieron persecuciones y abusos sin más razón lógica más que la incomodidad del dictador.

La tiranía  hizo desaparecer o ejecutó a 425 personas o quizá más en el Paraguay que desde hace ya más de treinta años vive o intenta vivir en democracia. La falta de preparación para existir en el sistema político donde el poder cae sobre nosotros, el demos o pueblo es un gran problema.  No solo debemos participar en tiempos de elecciones sino informarnos, educarnos e intercambiar ideas entre la población de un país que fue, es y será libre de acuerdo no a lo que planteen las “autoridades” que tampoco han hecho importantes cambios en el tiempo que les tocó administrar nuestra nación. La democracia depende mas de nosotros que de ellos. 

Muchos de los políticos que tenemos son  hijos de ese tiempo gris que afortunadamente ya terminó y ahora sabemos que el ciudadano con conocimiento y pensamiento crítico organizado puede desacelerar o terminar cualquier plan que vaya contra la ley que nos da derechos y deberes a todos por igual. Tenemos libertad de expresión, de prensa, de asociación y de manifestación que durante la dictadura eran perseguidas. Es papel de cualquier persona que asuma una seria responsabilidad de servicio jura para empezar a trabajar.

Una constitución hecha a principios de la década del 90 y que ha sido amenazada a ser cambiada para responder a demandas particulares cuando en una democracia lo particular es secundario y lo más importante es lo colectivo. Debemos conocerla y hacerla cumplir esa es otra de las tareas que debemos emprender.

La ciudadanía debe estar bien preparada para saber qué y cómo demandar lo que necesita para estar cómodo en nuestro país.

Un censo más reciente indica  que el Paraguay está compuesto por 6.109.644 habitantes. De ellos, 3.078.994 son hombres y 3.030.650 son mujeres. El 28,2% de la población tiene menos de 15 años, el 64,7% tiene entre 15 y 64 años y el 7,1% tiene 65 años o más. Una realidad que nos debe hacer tener en cuenta lo que debe saber y aprender el niño, adolescente o joven paraguayo para sostener y hacer uso de un sistema que no tiene razón de ser sin la participación del ciudadano. 

Nos toca conocer el pasado de nuestro país que está registrado en libros, diarios, documentales y entrevistas a personas que nacieron y vivieron su niñez, juventud y adultez en un régimen dictatorial, que no tiene ni un gramo de lo que ahora existe en el trato, diálogo ni forma de ser del paraguayo de antes que se paseaba por nuestras calles agazapado con temor a ser visto o escuchado por la policía que no era la institución de seguridad cómo la conocemos o debe ser sino “trabajaban” para y por el interés del primer mandatario.

Más ciudadanía requerimos

Algunos al leer esto dirán; – el tiempo vuela -, más aunque así sea, aquella niña llamada democracia ahora ya tiene 35 años y pronto cumplirá 40, 50 y las decadas no pararan sino continuarán o no dependiendo de nosotros siempre, que no podemos seguir recordando el 2 y 3 de febrero cómo las fechas en que la oscura cortina se abrió para dejar entrar la luz de la libertad en nuestro país. No debemos  esperar a nadie o nada más sino aprender las ventajas de un sistema que vale mucho por permitirnos leer, ver, escuchar y lucir cómo y lo que queramos.

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