Muchas veces es normal que nos despertemos con alguna contractura muscular, que es una contracción involuntaria y continua de un músculo o de algunas de sus fibras, que se produce cuando se realiza un esfuerzo. Esta contracción puede causar dolor, incomodidad, endurecimiento e inflamación del músculo afectado, y limitar su funcionamiento normal. Lo que nos puede llevar a vivir accidentes desagradables por no tener en condiciones nuestro sistema motor que debe encontrarse en orden para hacer leves y necesarios pasos a un lugar en particular o levantar o subir algo pesado del suelo.
Existen soluciones conocidas para atender contracturas cómo el aplicar calor o frío en la zona afectada, realizar estiramientos suaves, masajes y, en algunos casos, tomar medicamentos antiinflamatorios o relajantes musculares cómo tomarse el tiempo de reposar para que nuestros músculos se sanen y puedan responder a nuestras demandas. Algunas protuberancias en el cuello o la espalda llegan a ser dolorosas, ya que el estar sentados frente a nuestro monitor tipeando o trabajando en algo específico sea un vía crucis.
Las contracturas musculares, también conocidas como nudos musculares, tienden a formarse cuando un músculo se sobrecarga, ya sea por el ejercicio o por una mala postura. Suelen aparecer en el cuello, los trapecios superiores y los músculos superiores de los hombros, así como en la zona media de la espalda, los antebrazos y las pantorrillas.
Algunas zonas en las que pueden presentar esta molestia de forma más frecuente son el cuello y la espalda , debido normalmente a malas posturas o al exceso de estrés. Que es la tensión provocada por situaciones agobiantes que originan reacciones psicosomáticas o trastornos psicológicos a veces graves.
Algunas formulas para aliviarlas
La solución según algunos se encuentra en vivir en paz y calma nuestras jornadas, además de tener una alimentación sana, y un justo tiempo de descanso y actividad física sin forzar de más a nuestros músculos que funcionan mucho más allá que solo para lucirlos cuando tengamos la oportunidad de “pelar el cuero” que ahora en nuestro breve invierno es la más recomendada ocasión para hacerlo. inclinarse sobre una computadora durante horas al día tal vez no parece un ejercicio, pero puede fatigar los músculos del cuello, los hombros, la espalda y los antebrazos.
Me piden escribir sobre temas actuales como de preocupación general y encuentro este drama en nuestra salud uno que posee la dosis de inquietud importante para personas que tengan estas complicaciones dolorosas e incómodas cómo es mi caso que vivo con la pierna desgarrada desde hace más de un mes, que no es una contractura específicamente sino una rotura fibrilar por un accidente que tuve al hacer un mal paso al descender una escalera. Una contratiempo que no vino solo sino ha dejado su lección principal que es el vivir bajo mucho cuidado siempre y más al ser la pierna que fracturé tiempo atrás.
Una advertencia penosa pero que al dejarme con vida tiene un valor fundamental, se sigue viajando en la vida con paz, seguridad y confianza para evitar más contratiempos el día de mañana. Un tiempo que se encuentra a solo unas horas y en ese lapso pueden ocurrir cosas buenas cómo malas, lo que debemos buscar es siempre vivir y provocar instantes felices para hacer correr al dolor y lo que nos llegue a hacer sentirlo en nuestro cuerpo, donde, cuando y con quién sea. Desde que salí de mi terapia intensiva me repiten que debo tener cuidado en todo lo que hago, digo y cómo ejecuto mis acciones, algo que no se limita a ser aplicado los días, semanas o meses después de aquella terapia sino es para todos y toda nuestra vida que puede ser una sin dilema alguno si tenemos cuidado con nuestras formas de existir.
Las contracturas se deben por lo tanto a un cúmulo de factores que deben ser atendidos para evitar sus dolorosas consecuencias.